Honestamente antes de entrar a la
carrera no era aficionada a la lectura, me gustaba la filosofía y algo de
matemáticas, leer algunas novelas y me aburría la poesía. Tiempo después conocí
a autores de la talla de Cortázar quien, para ese entonces, me impactó siniestramente
y mi gusto por la lectura aumentaba mientras transitaba por las páginas de
Bestiario.
Cuando entré a la carrera fue
diferente. Parecería que al estudiar literatura me volvería experta en disfrutar
a plenitud la lectura, sin embargo no
fue así, ¿Cómo podíamos hacer estudios formales en un texto que daba para miles
de interpretaciones? No entendía cómo, no
encontraba lógica en enumerar funciones como las de Propp, ya sabía que había
personajes protagonistas, antagonistas y demás elementos importantes dentro de un cuento… Pero debo mencionar que
cuando tomé corrientes literarias me enamoré del realismo, del modernismo y las vanguardias. Para
mí tenía más sabor encontrar características de las corrientes literarias en
una novela, diferenciarlas de los periodos de transición, saber sobre el contexto
histórico-social. Cuando tuve teoría literaria y un seminario de historiografía
entendí que la obra no es la obra en sí y no está escrita sólo por un autor,
que detrás de ella hay más, que lo elementos que encontramos tienen una
función, que no sólo es encuadrar una novela en una teoría literaria rígida,
que se complementa con áreas sociológicas, psicológicas, antropológicas, etc., que
uno como lector también propone. Entendí que una novela es más que una novela,
pero sé que eso no es suficiente y ahora, si el camino va por ahí, me
encantaría poder entender más.
Revisado.
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